Una medalla, 20 cartas y la sonrisa, para siempre

​Miguel Liniers. Del Portillo. Es uno de los sobrinos de ​don Álvaro. Vive en Madrid y guarda en su casa muchos "tesoros" de familia en forma de cartas de san Josemaría y de don Álvaro, fotografías personales...

Miguel Liniers del Portillo. Es uno de los sobrinos de ​Álvaro del Portillo.

Miguel Liniers. Del Portillo. Es uno de los sobrinos de don Álvaro. Vive en Madrid y guarda en su casa muchos "tesoros" de familia en forma de cartas de san Josemaría y de don Álvaro, fotografías personales... y cientos de recuerdos normales y corrientes, "porque cuando eres un pariente cercano de alguien importante no le das mucha importancia. Entre otras cosas, porque mi tío era una persona muy cercana". En cualquier caso, unos años después de aquéllos años de trato más o menos intenso, algunas veces en Madrid y otras en Roma, Miguel considera "una especie orgullo y mucha suerte de poder tener una persona así en la familia".

"Cuando le escribías, sabías que a los diez días tenías en casa una respuesta"

A pocos días de la beatificación del primer sucesor de san Josemaría, Miguel recuerda que fue él el primer sobrino al que le celebró la Primera Comunión. "Avisó con diez días de antelación que pasaría por Madrid. Me regaló la medalla de la Virgen que llevo ahora. Estoy convencido de que en aquélla jornada me dijo cosas y me ofreció consejos, pero entonces tenía ocho años y ya no los recuerdo".

"Miguel nos enseña fotografías de su tio Álvaro que guarda en el álbum de fotos familiar".

Pasaron los años y Miguel y don Álvaro mantuvieron el trato. Cerca de 20 cartas confirman que sus sobrinos contaban siempre con su cariño y su atención: "Cuando le escribías, sabías que a los diez días tenías en casa una respuesta".

Un tío muy cercano

A pesar de que él vivía en Madrid y don Álvaro en Roma, su sobrino destaca que la relación con sus parientes era "muy cercana. Hablaban muchas veces por teléfono, le interesaban todas nuestras cosas. Con mis padres tenía mucho trato. En mi casa, mi tío Álvaro era algo impresionante. Hablamos de él desde siempre como una referencia, con ilusión, conscientes de que es una persona muy grande".

Miguel recuerda que "cuando le veíamos, nos animaba a contarle nuestras cosas y nos pedía que rezáramos por sus intenciones, sobre todo antes de que la Obra fuera erigida en prelatura personal". De la experiencia de sus padres, rememora cómo les hacían caer en la cuenta a él y a sus hermanos de "la admiración con la que mi tío trataba a san Josemaría".

Notaba que todos mis amigos y todos los asistentes pensaban, ¿y ese chaval, quién será?

Haciendo memoria, destaca también algún encuentro especial en Roma, durante la convivencia que se organiza todas las semanas santas en Roma, "lo que ahora se llama UNIV, pero que en mi época se llamaba ICU. Aquellos días, yo comía casi todos los días con él. Cuando había tertulias con todos los asistentes, me sentaba siempre en el estrado, entre don Joaquín Alonso, y el Padre actual. Al llegar, me daba un beso, y empezaba la tertulia. Notaba que todos mis amigos y todos los asistentes pensaban, ¿y ese chaval, quién será?".

"Cuando le veíamos, nos animaba a contarle nuestras cosas y nos pedía que rezáramos por sus intenciones"

"Mi tío Álvaro daba paz. Recuerdo una cosa sencilla que se me quedó grabada. No entendía que en el fútbol hubiera tantas personas peleándose por un balón, y decía en broma: "Que le den un balón a cada uno, y se acaban los problemas".

Virtudes de familia

Miguel aprovecha la ocasión y hace balance de las virtudes de sus tíos, los hermanos de don Álvaro. "Ramón era el mayor. Tenía una inteligencia privilegiada. Era un psiquiatra afamado, y una eminencia en su especialidad. Paco era muy alegre y muy valiente. Destacaba también porque tenía amigos ministros y amigos barrenderos. Después venía el tío Álvaro. Pilar era alegre y muy generosa; Pepe murió muy joven, y de él no tengo recuerdos. Ángel era la bondad personificada, y también era bastante valiente. Mi madre, Teresa, tenía carisma, era una persona alegre siempre dispuesta a todo, y sabía disfrutar con todo. Carlos es despistado, pero tremendamente simpático, bueno y generoso. Una cosa que en casa hemos comentado muchas veces es que mi tío Álvaro tenía las mejores virtudes de todos ellos juntos: era inteligente, valiente, cariñoso, bueno, generoso, amigo, siempre dispuesto a todo..."

"Hablamos de él desde siempre como una referencia, con ilusión".

A Miguel le queda un recuerdo físico especial que le acompaña día a día. En una ocasión en la que acompañó a su madre a ver a don Álvaro, ella le comentó a su tío "mira que boca más grande tiene Miguel. Le dicen que tiene una sonrisa de oreja a oreja". Y mi tío Álvaro le respondió: "Pues eso mismo me decían a mí de pequeño". Y ahí, particularmente en la sonrisa, reside aún hoy el punto de encuentro.

Preparación para el 27 de septiembre

Miguel ya tiene todo listo para participar en la próxima ceremonia de beatificación de don Álvaro. Está suscrito al servicio de whastapp que ofrece la web www.alvaro14.org para las informaciones más recientes. No se quiere perder nada de un día tan importante. "Ahora -destaca- a través del whatsapp nos ha animado a prepararnos para la beatificación con actos de generosidad. Tendremos que pensar algo en ese sentido".